Quisiera contarles una anécdota! Llevo 11 años casi ininterrumpidos asistiendo a terapia.
Como les comenté en uno de los post anteriores, los psicólogos también vamos al psicólogo.
Fue solo en el año 2014 cuando hice una pausa de tres meses y luego comencé con un nuevo terapeuta.
Ya llevaba cuatro años en un proceso terapeútico con una persona que me ayudo muchísimo, pero sentía que necesitaba un cambio.
Entonces comencé con esta nueva persona para septiembre de ese mismo año.
¿Qué paso? duramos pocos meses viéndonos de manera presencial, una vez por semana.
En Julio de 2015 mi terapeuta me comenta, que se va del país y solo con algunos pacientes quisiera continuar de manera remota. Eso me incluía a mí.
Yo la verdad, no estaba muy convencida. Sentía que no iba a funcionar. Eso de verlo una vez por semana a través de una pantalla me parecía muy raro.
Soy una persona de contacto, de presencia. Pero decidí intentarlo.
La verdad las primeras sesiones fue extraño, pero ya han pasado casi cinco años y aún sigo explorando mis adentros en psicoterapia online.
Puede que para muchas personas también exista esa sensación de extrañeza, y más el hecho de conocer por primera vez a un terapeuta a través de una pantalla.
Pero son infinidad de bondades que aporta este tipo de servicio.
La más importante es seguir teniendo la posibilidad de tener un espacio de una hora para escuchar-te, entender lo que pasa y colocarte como prioridad.
Gracias tecnología por acortar distancias y acercamos unos a otros!
Y más ahora en estos tiempos de pandemia!